viernes, 23 de noviembre de 2012

RESPONSABILIDADES

La necesidad imperante de valorar las contraposiciones


A lo largo del enfoque de nuestro blog de Colombia en el siglo XX, pudimos ver que no ha cambiado mucho el panorama ahora que estamos vislumbrando los tiempos de los siguientes cien años, en los que apenas estamos asistiendo tímidamente. Vemos que si quisiéramos calificar a Colombia a lo largo del siglo XX en cuanto a los aspectos analizados, podríamos llegar a dar un veredicto muy desconsolador.
Por un lado, La oportunidad que tiene Colombia no ha sido bien aprovechada hasta el momento de ahora, incluso ha sido violada y deformada. Una constitución de 1991; que si bien fue deformada en el campo económico por el gobierno de Gaviria, tiene reivindicaciones de derechos y logros en materia jurídica y cultural muy valiosos, además de que se vuelve un arma que es incluyente, y que si quisiéramos, sería esa varita mágica para poner nuestro país en orden y paz, como lo consigna nuestro escudo.
En cambio que es la neocolonización y la lógica entreguista del gobierno, fenómeno que se proyecta a futuro, no deja muy buenas perspectivas ante la vulneración de las normas establecidas en la constitución. Esto deja en mala posición no solo el gobierno de Gaviria, sino a los otros que han estado negociando tratados de libre comercio y negociaciones que más que favorecer la economía (cosa que es maravillosa y válida), solo es una excusa para acabar con la soberanía colombiana y entregársela a las grandes élites del mercado.
Mientras se permita un Estado ilegal como se afirmó anteriormente, y además de esto, no se considere que la solución a muchos de los problemas como el conflicto armado y el narcotráfico puedan ser dentro de la ley, sea reformando o negociando, vamos a seguir viviendo con las mismas masacres del siglo XX que constituía su debilidad.
La subversión no es más que una respuesta desesperada a esos fenómenos que acaban con los colombianos, con las personas que no son incluidas en la concepción plutocrática de seguridad y bienestar económico. No hay más camino que estos hijos no deseados del sistema, que mantenerse en la ilegalidad o en la mendicidad.
Aunque nazcan personas como María Cano, Camilo Torres, Jorge Eliecer Gaitán o Carlos Pizarro; el país no los va a estigmatizar y asesinar para mantener ese status quo que ha estado impuesto desde principios del siglo pasado o incluso antes.
Nuestra responsabilidad como colombianos es apoyar las iniciativas que son buenas para el país, estar más pendientes de lo que pasa a diario en el gobierno y en los sucesos que lastimen la soberanía. Además de esto, apoyar a los caudillos que nos hagan bien en la organización del modelo de nación en el que queremos estar, no dejarlos solos. No sea que terminen como los que se mencionaron anteriormente: siendo asesinados en su monólogo y su lucha solitaria.

AMENAZAS

El NEOCOLONIALISMO

¿Qué es el neocolonialismo?
Es un término utilizado a finales del siglo XX y a principios del XXI para referirse a la orientación imperialista de algunos países. Este concepto se sirve de la palabra Colonia, reconociendo al periodo comprendido a finales del siglo XV, en el que los españoles y demás imperios de Europa invadieron América con fines de expandir su dominio a nivel mundial. Al agregarle el prefijo “neo” al anterior fenómeno, se hace referencia al periodo actual, en el que se asiste nuevamente hacia un imperialismo pero ya con matices e intenciones económicas y a veces políticas. Para estos fines, los grandes imperios han usado a su conveniencia el hecho coyuntural de “la globalización”.
¿Cómo se da en Colombia?
Este fenómeno se dio ante la necesidad de las grandes potencias de expandir sus áreas de dominio y hegemonía hacia los países menores o llamados “del tercer mundo”. Para que los grandes países, con vocación neoliberal (en especial Estado Unidos), lograran que su sistema se implementara en Latinoamérica y Colombia, se crearon unas normas hechas por los poderes económicos e investigadores del sistema capitalista de Norteamérica, llamadas más adelante “El Consenso de Washington”. Este tenía los siguientes princios:
<<"Washington" significa el complejo político-económico-intelectual integrado por los organismos internacionales (FMI, BM), el Congreso de los EUA, la Reserva Federal, los altos cargos de la Administración y los grupos de expertos. Los temas sobre los cuales existiría acuerdo son:
- Disciplina presupuestaria
- Cambios en las prioridades del gasto público (de áreas menos productivas a sanidad, educación e infraestructuras)
- Reforma fiscal encaminada a buscar bases imponibles amplias y tipos marginales moderados
- Liberalización financiera, especialmente de los tipos de interés
- Búsqueda y mantenimiento de tipos de cambio competitivos
- Liberalización comercial
- Apertura a la entrada de inversiones extranjeras directas
- Privatizaciones
- Desregulaciones
- Garantía de los propiedad derechos de >>[1].

Tomada de

En un engaño por la muerte del candidato del partido “Nuevo Liberalismo”, Luis Carlos Galán, César Gaviria asumió el reemplazo de este ídolo de masas, al creerse que él seguiría con las mismas políticas del caudillo. Sin embargo, las políticas del ya mencionado, junto al presidente anterior, Virgilio Barco, fueron de lógica neoliberal y con tendencias a la apertura económica y la libertad total del mercado.
“Las reformas estructurales, económicas y políticas, definieron una nueva organización económica, dentro de la cual se otorgó un papel central a los mecanismos de mercado. El Estado limitó el campo de acción a favor de la autorregulación del poder de estos nuevos mecanismos, a fin de maximizar la eficiencia y, en consecuencia, el crecimiento económico. En otras palabras, la nueva economía política (la definición de los límites entre el Estado y el mercado), propiciaba un aumento del segundo a costa del primero”[2].

Ya había personas involucradas y enteradas de la gran amenaza que constituía hacer esa clase de aperturas a los monopolios:


Francisco Mosquera, militante del Moir, decía que “Se equivocan los ilusos o los timoratos cuando atribuyen los gravísimos quebrantos de nuestra nación a otras causas aleatorias, mientras se agazapan tras paliativos engañosos con la inconfesable intención de capitular ante los enemigos de la patria. ¿No tiende acaso la tan zarandeada apertura la plena colonización de Latinoamérica? ¿No nos vaticina daños sin cuento, como las quiebras en la incipiente producción; la subasta de los bienes públicos; el apoderamiento de recursos, servicios y plantas fabriles por parte de los monopolios extranjeros; la supresión de las reivindicaciones laborales; los despidos sin tasa ni medida de los sectores público y privado; el endémico y doloroso espectáculo de las bautizadas ocupaciones informales; el establecimiento de las tenebrosas maquilas; la dolarización de la economía; la eliminación de aranceles junto a la consiguiente alza de los impuestos indirectos, antitécnicos y regresivos, y, en fin, la ruina con su rostro macabro?"[3].

Ante la aceptación de este consenso y un gobierno con una lógica igual de neoliberal al de las grandes potencias, Colombia se vio sumida en un desorden económico inigualable, un crecimiento de la pobreza, una desindustrialización nunca antes vista y un mercado interno enclenque, sin oportunidades de competir contra los gigantes trasnacionales estadounidenses.
Esto puso en amenaza al país, ya que si antes la repartición de sus riquezas eran inequitativas, ahora además de eso, se daría más el fenómeno de la precarización del colombiano porque los recursos irían a parar a manos de los monopolios extranjeros, y, finalmente; volvería esta nación a dedicarse a lo mismo que hacía en la colonia: vender materias primas a los grandes productores.


“Dentro de la contraofensiva de Washington se destacan las metas de la apertura económica, no la suya sino la de Latinoamérica, una aplicación tardía de los decadentes preceptos de la Escuela de Chicago, tan denigrada ayer por los mismos que hoy entre nosotros la acolitan. Los partidarios de ensayar la subasta, la privatización, la entrega, sitúan el origen de nuestros males en las imperfecciones verídicas o ficticias que, como un virus, se han propagado según ellos por los órganos de la sociedad entera, y para cuya superación no existe alternativa diferente a la de que los virtuosos y avanzados desvalijadores del imperio tomen en sus manos el control del trabajo y de las riquezas nacionales. Se confunde el efecto con la causa y la enfermedad con el remedio. Permitir el cierre de las empresas, o su traspaso a los capitalistas foráneos, por no hallarse éstas a la altura de las técnicas y los modelos internacionales, aparte de la carga antipatriótica que llevan anejas tales consideraciones, significa postrarse ante ese economismo que venimos criticando hace rato y que han puesto de moda los círculos universitarios del Norte, la bocina ideológica de América”[4].


Esto es inevitablemente una amenaza para Colombia porque se ha desmontado gradualmente su soberanía y además de esto, se está acabando su independencia, que ya fue conseguida hace más de 200 años (tomando en cuenta la historia oficial). Una nación caracterizada por regalar sus tierras, sus riquezas y aspectos competitivos a cambio de poco, gobernada por presidentes llamados por los opositores “vende patrias” y a la diestra del gran monopolio que pertenece al mercado, al país no le quedará más remedio que agachar cabeza y convertirse en el lacayo que más le conviene al imperio.


 

 EJEMPLO DE COMO SE VÉ EL FENÓMENO DE LAS TRANSNACIONALES EN EL SIGLO XXI









[1] Serrano, Josep F. <<El "consenso de Washington” ¿Paradigma económico del capitalismo triunfante?>>, [En Línea]. [22/11/2012]. http://www.fespinal.com/espinal/realitat/pap/pap46.htm.


[2] Dingemans, Alfonso. “Una nueva mirada al consenso de Washington”,  [En Línea]. [22/11/2012]. http://www.politicaygobierno.cl/documentos/enfoques/13/09-DINGEMANS.pdf
[3] Mosquera, Francisco. “Resistencia civil, II: Apertura económica y soberanía nacional”, [En Línea]. [22/11/2012]. http://www.elfogonero.org/publicaciones/III%20apertura%20econ%F3mica%20y%20soberan%EDa%20nacional.htm
[4] Ibíd.


FORTALEZA

MARIA CANO, LIDER MUJER QUE CAMBIÓ EL RUMBO SOCIAL DE COLOMBIA EN EL SIGLO XX
María Cano fue la primera mujer líder política en Colombia, dirigió la lucha por los derechos civiles fundamentales de la población y por los derechos de los trabajadores asalariados
Su interés por los problemas del pueblo, sus actividades en la biblioteca pública, el trabajo en los barrios impulsaron a sus amigos obreros a distinguirla como la Flor del Trabajo de Medellín, en un torneo donde reemplazaban las reinas de belleza por niñas que cambiaban la frivolidad por el servicio a las causas populares. Con su extraordinaria facilidad de palabra, una amplia instrucción y la entrega total a los más humildes María Cano pasó de los barrios marginales de Medellín a las zonas mineras de Antioquia. La  Flor del Trabajo se conectó con las multitudes que llenaron plazas para escuchar sus arengas, sus denuncias y  compartir sus sueños.
María Cano recorre la geografía colombiana; es un fenómeno que moviliza pueblo y la lleva a las toldas del Partido Socialista Revolucionario- PSR.
“Por primera vez en Colombia una mujer, María Cano, se desenvolvía en el escenario político.  Ni la prisión, ni las amenazas lograron apagar su protesta contra un Régimen que silenciaba la voz obrera, que defendió los intereses gringos sin importar la vida de centenares de campesinos sacrificados en las bananeras y de obreros masacrados en Barrancabermeja y en la calles  bogotanas.”[1]
La Flor del trabajo dejó el ejemplo de una colombiana que sin esperar nada a cambio trató de romper los esquemas de injusticia social.
María Cano simbolizó en Colombia, durante el siglo XX, la fuerza de la mujer en la transformación política de Colombia.


http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Cano
Pelicula Maria Cano, Camila Loboguerro, 1990

OPORTUNIDAD

LA CONSTITUCIÓN

¿Qué es una constitución?

Es una hoja de ruta donde se establecen los principios normativos y lo que constituye o se quiere llevar a cabo en la formación del Estado.  Este ordenamiento es de tipo jurídico y es la Carta fundamental, así que si alguna ley está en contravía a este reglamento, no puede ser legislado ni aceptado en la sociedad donde este mecanismo del derecho ejerce sus reglas. En un Estado liberal como el colombiano, busca la limitación y la redirección de la voluntad del soberano; siendo esta una garante de que el poder del presidente no exceda los límites fijados por las normas fundamentales. Estas fijan la dirección política y sociológica y en algunas ocasiones, el diario cotidiano de la nación en que se crea.

El poder constitucional en Colombia

Para conocer las dos únicas Cartas fundamentales adoptadas durante el siglo XX, hay que entender cómo era este país antes de “la Regeneración”.  Colombia contaba con una constitución en el año 1863 de corte liberal, consecuencia de la victoria de la corriente radical del partido rojo de una guerra civil. Esta renombraba al país como “Estados Unidos de  Colombia”, pues su organización en esa constitución la establecían como un Estado Federal, compuestos por algunos Estado miembros como Panamá, Antioquia, Magdalena, Bolívar, Santander, Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Cauca. Junto a este nuevo tipo de organización Estatal, se llevaron a cabo una serie de reformas liberalizadoras de la patria: la industrialización, la reorganización de la educación y la hacienda pública, el fomento del comercio, la abolición de la esclavitud, y el cambio del sistema tributario y la reivindicación de las libertades absolutas y aquí el presidente gobernaba por 2 años.
Además de estas, “se suprimieron los diezmos, la desamortización de bienes de manos muertas (iglesia, clero, episcopados), la tributación para las propiedades eclesiásticas y la expulsión de comunidades religiosas”[1][1].
Cuando Núñez fue elegido para su segundo mandato, se propusieron unas cuantas reformas a la constitución del 1863 en las cuales no se tomaban en cuanto la centralización del Estado ni las reformas pertinentes para volver a la nación que él quería que regresara y quedó demostrado en esa ocasión:
“Núñez guardó silenció. Iba por otro camino. Su proyecto de reforma era más profundo. Esperaba ¡Algún nuevo, decisivo error de los adversarios! La guerra en Santander, por ejemplo, para liquidar de plano la constitución de Rionegro y acometer su propia reforma, que todavía no mostraba ¡Todos sus contornos!, aunque brillaba ¡Con claridad suficiente!”[2][2].
Más adelante, este mandatario conservador a lo largo de sus periodos presidenciales, logró el comienzo de la construcción de una nueva constitución que apuntaran a sus ideales de partido; la recuperación del poder para la iglesia, una nueva refundación moral de la patria, una regresión en el sistema económico y el nacionalismo acérrimo. Ahora esta nación se llamaba “la república de Colombia”, era un Estado centralizado en su capital y el presidente gobernaba durante 6 años. Era una centralización de los poderes del gobierno y el judicial, pero una descentralización de los gobernadores por departamento y el predominio nuevamente del poder eclesiástico. En esta constitución, se estableció una democracia representativa.
“El presidente de la República es elegido por el Congreso. El presidente estatal fue renombrado gobernador el cual de ese momento en adelante era nombrado por el presidente de la República y elegía los alcaldes de su departamento, excepto el alcalde de Bogotá que era elegido por el presidente”[3].
Esta constitución es conocida porque fue parte del proyecto llamado “la regeneración”. Un proceso de volver a lo anterior a esa “nefasta y perversa” constitución  de un país federalizado. Los gobiernos de Núñez y la influencia del partido Conservador y los Liberales moderados permitieron que este proyecto se volviera realidad y siguiera vivo hasta finales del siglo XX.
Era necesaria, según ellos, porque el federalismo creaba anarquía y desobediencia de los Estados miembros al federal, y eso propiciaba la incoherencia y la desconexión entre estos. Además, era necesaria la recuperación de los valores en los cuales los colombianos tanto creían.
La constitución de 1991
La constitución de finales del siglo XX se dio ante la gran necesidad de una Carta fundamental que realmente sí defendiera derechos populares y que fuera incluyente, pues muchos actores políticos y sociales que siempre habían estado, hasta ahora eran tomados en cuenta para la creación de esta ley suprema. También fue más que una creación jurídico-política; era la ilusión de las personas sin sueños de esa época, que no veían otra solución a la ola de violencia que se experimentaba en la Colombia del narcotráfico y el cartel de Medellín y Cali. Era un sueño hecho realidad en el ordenamiento jurídico colombiano, como una varita que pensaban ellos, que iba a resolver todos los conflictos de la nación.
<<La iniciativa de convocar a un Asamblea Constituyente para reformar la constitución o expedir una nueva había sido debatida en el país desde mediados de la década del 80. El 25 de agosto de 1989, una semana antes del asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, un gran número de estudiantes marchó por las calles del centro de Bogotá para rechazar la violencia terrorista, con el lema  “Por todo lo que nos une y contra todo lo que nos separa”>>[4] 
Una de las “minorías”, que no eran tan pocos, sino una población con ideologías políticas diferentes a las dos alternativas del frente nacional, fueron precisamente los que más participaron y presionaron para la construcción de una nueva Carta para la paz y el desarrollo eficiente e incluyente de todos los sectores de la nación: el M-19.
En esta constitución Colombia pasó a ser la república que se ha vivido en los finales del siglo XX y a principios del siglo XXI, una nación centralista, unitario y es considerado en su organización Estatal como un Estado Social de derecho.
Esto fue consultado al pueblo colombiano por la denominada Séptima Papeleta. En esta preguntaban que si estaba de acuerdo con que se hiciera una nueva constitución que promoviera la democracia y la soberanía en Colombia. En esta constitución se consolida un modelo de democracia participativa y deliberante, la separación de los poderes del Estado y un equilibrio en estos, el reconocimiento multicultural del país y el control político y la oposición como un derecho.
“Los 70 delegados de la asamblea solo obtuvieron un total de 3’710.567 votos, un poco más del 26% del Censo electoral entonces vigente. La abstención alcanzó el 74%. El liberalismo consiguió 25 miembros, 19 el M-19, 11 Salvación Nacional de Álvaro Gómez, 9 el Partido Social Conservador, y los indígenas, la Unión Patriótica y los evangélicos, 2 delegados cada grupo”[5]
Esta constitución fue y es una oportunidad para la Colombia del siglo XX y la que va al futuro. Esta constitución bien construida, de manera plural e incluyente por todos los sectores puede regular la vida institucional y crear unas bases seguras a la gestión pública, el buen gobierno y los derechos fundamentales.
“Con estos resultados electorales, los partidos tradicionales alcanzaron su punto máximo de decadencia. El liberalismo, con una pluralidad de listas, se quedó con más de la tercera parte de los delegados, mientras que el conservatismo, a través de sus dos casas tradicionales enfrentadas, Alvarismo y Pastranismo, logró la cuarta parte, más algunos pocos independientes. Y tres fracciones residuales completaron el cupo de las 70 curules”[6]

A pesar de los beneficios que trae, esta constitución ha sido la que más reformas ha tenido, durante el gobierno de Álvaro Uribe ha sido en el que más ha sufrido y Juan Manuel Santos también tiene un ánimo reformista. Además de lo anterior, no ha sido realmente obedecida, ha sido manchado su nombre como carta suprema y fundamental, y ponen por encima cualquier derecho vano, sin ponderar ni siquiera, el valor que tiene cada artículo de este ordenamiento jurídico. Cambiarla es como mutar la naturaleza del Estado colombiano.
Finalmente, si bien no ha habido un totalitarismo político por medio de la supresión de derechos en la constitución política de Colombia, siguen siendo, los actores políticos los que siguen restringiendo y “refundando moralmente” la nación, buscando tal vez, una regeneración de los valores premodernos, ante la necesidad de más valores modernos, o incluso posmodernos.




[1][1] Peralta Barrera, Napoleón. Colombia en la historia. Meta, Colombia. Ediciones de la Universidad del Meta,  2007. Pág 1493.
[2][2] Ibíd. Pág 1529.
[3][3] Portilla, Alex. Cuadro comparativo de las constituciones colombianas.  [En línea]. [Consultado el: 21/11/2012]. Disponible en la web: http://alexportilla.blogdiario.com/1201813800/
[4][4] Peralta Barrera, Napoleón. Colombia en la historia. Meta, Colombia. Ediciones de la Universidad del Meta,  2007. Pág 2946.
[5][5] Ibíd. Pág 2950.

[6] Ibíd.


miércoles, 21 de noviembre de 2012

DEBILIDAD


El Narcotráfico en Colombia
El narcotráfico empieza en Colombia después de 1974, cuando culmina el Frente Nacional. Los hechos recientes que enmarcan la historia de Colombia son pasados  en sangre, algunos de ellos: la formación del M-19, las tomas al Palacio de Justicia y a la Embajada Dominicana por parte de grupos guerrilleros, durante los años ochenta.
“Para la década de los 70 el tráfico de Marihuana comenzó en las grandes ciudades a través de rutas terrestres y en cantidades pequeñas posibles de ocultar en cargamentos de alimentos. La cocaina antes de 1970, solo tenía presencia en el país para fines rituales o medicinales de los indios Paeces en el Valle del Cauca, es a partir de esta fecha que comienza a ser sembrada en la Región Andina para exportarla al mercado internacional por su alta demanda.”[1]

Tomada de http://www.prensarural.org/jerez20041214.htm 

A finales de la década, el narcotráfico apareció violentamente con el cartel de Medellín, liderado por el temido Pablo Escobar, grupo ilegal que atemorizó al país con bombas y asesinatos de policías y población civil,  atentados terroristas que consolidaron su poder.

El narcotráfico ha ejercido su poder para entrar en las estructuras de la sociedad civil, para intervenir en las redes de toma de decisiones y para controlar parte de los territorios nacionales. En esta actividad ilícita se usa la fuerza a través de grupos paramilitares para desestabilizar los Estados e imponer sus propias leyes y valores, violando los derechos humanos y poniendo en peligro la permanencia de la democracia.
La persecución al narcotráfico en Colombia surge como una estrategia de EE.UU en un momento en el cual la lucha contra la droga se centró en América Latina y sobre los países productores; con esta lucha además, se logra un mayor control sobre estos países.
  
La legislación colombiana en materia de narcotráfico, ha apelado al fácil y problemático expediente de expandir y endurecer el sistema penal, mediante el incremento de penas, la formulación de tipos penales redactados de manera ambigua, lo que produce una pérdida considerable en las garantías sustanciales y procesales y una amenaza permanente para los derechos de todos los ciudadanos.
El narcotráfico comprende distintas fases que van desde la producción y transformación de la droga, pasando por la compra y consumo de bienes intermedios o insumos, hasta su comercialización interna y externa, al por mayor y al por menor. Ya que su principal mercado lo constituye el consumo externo, es una actividad orientada hacia las exportaciones. Las ganancias dependen de los precios internacionales y de la demanda.
 
Tomada de http://ivanduarte-ivan.blogspot.com/ 

Las Fuerzas Militares de Colombia han efectuado una constante y efectiva labor en la lucha contra el narcotráfico considerado un flagelo internacional. En noviembre de 1999 fue creada por el  Ejército Nacional la  Unidad Élite para combatir el Narcotráfico.

Las Fuerzas Militares de Colombia dentro de su política de guerra total contra el tráfico de drogas en nuestro territorio, ha venido desarrollando una efectiva  labor que se refleja en las cifras que hasta la fecha se han conseguido
Hasta el año 2001, se desarrollaron 72 operaciones en contra del narcotráfico en nuestro país entre las cuales se destacó la "Operación Decamerón" adelantada por la Brigada contra el Narcotráfico en el departamento del Putumayo, donde fueron “erradicadas veintinueve mil hectáreas de cultivos ilícitos, destruidos 49 laboratorios de procesamiento de cocaína e incautados 250 kilos del alcaloide incautados” [2]

La cocaína involucra un gran número de etapas en el proceso de producción. Estas incluyen: 1) cultivo y recolección de la hoja de coca; 2) transformación de la hoja en pasta de coca, luego en base de coca y finalmente en cocaína pura.

Lejos de acabar con el tráfico y consumo de sustancias prohibidas, la lucha contra el narcotráfico, ha terminado por fortalecer el negocio mismo. Del problema del comercio de sustancias se pasó a una criminalidad organizada que ha permeado todas las instituciones, públicas y privadas, en el Estado colombiano, que incluso ha desafiado al Estado mismo marcando uno de los capítulos más sangrientos de la historia reciente del país y de mayor inestabilidad y deslegitimación institucional.

Algunos de los más grandes narcotraficantes durante el siglo XX en Colombia fueron Pablo Escobar, Jorge Luis Ochoa, José Santacruz Londoño y Gilberto Rodríguez Orejuela, quienes captaron en el propio Estados Unidos lo que podría ser la profesión más lucrativa del mundo y de la época. Testigos de las actividades adelantadas por Griselda Blanco, la primera dama del tráfico ilegal de marihuana y drogas en Estados Unidos a principios de los años setenta, comprendieron que la cocaína sería el producto del futuro.

Pablo Escoabr, del Cartel de Medellín,
 fue uno de los narcotraficantes más temidos.
Tomada de http://mateosociales2010.wordpress.com/2010/06/05/colombia-despues-del-frente-nacional-1974-1990-el-narcotrafico/

Según un estudio realizado por el Olmedo Vargas, profesor de la Universidad Pedagógica y Tecnologica de Colombia, desde 1996, la mayor parte del cultivo de coca (56%) tuvo lugar en Colombia. Como lo reconocen entidades dedicadas al estudio de la economía del narcotráfico, entre ellas el  Center for Internacional Policy, (CIP) de Washington, para Colombia, “los datos del mismo Departamento de Estado de EEUU revelan mucho más área de coca: 114,000 hectáreas en 2004, a diferencia de los de la ONU, que muestran 80,000 para el mismo año.”[3]

 
El narcotráfico es una de las dificultades de Colombia durante el siglo XX porque esta actividad ilícita trae consigo una cultura que promueve la ilegalidad y donde no existe lo valores morales que regulan la vida en comunidad y se crea un contrapoder que afecta al estado liberal colombiano y en este tipo de formaciones sociopolíticas es el gobierno el que debe tener el monopolio de las armas. Bajo esta actividad económica han muerto centenares de personas entre ellos políticos importantes del país, personajes ilustres, periodistas y hasta la misma población civil, sin respeto por la vida humana






[1] http://dosisminima.blogspot.com/2010/09/historia-del-narcotrafico-en-colombia.html
[3] http://virtual.uptc.edu.co/revistas/index.php/cenes/article/viewFile/531/468  

Otras Referencias:

http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_contra_el_narcotr%C3%A1fico_en_Colombia 
http://www.mamacoca.org/feb2002/DrugTradeEspanol.PDF 
http://dosisminima.blogspot.com/2010/09/historia-del-narcotrafico-en-colombia.html 
http://ivanduarte-ivan.blogspot.com/
http://www.prensarural.org/jerez20041214.htm
http://mateosociales2010.wordpress.com/2010/06/05/colombia-despues-del-frente-nacional-1974-1990-el-narcotrafico/