LA CONSTITUCIÓN
¿Qué es una constitución?
Es una hoja de ruta donde se establecen los principios normativos y lo que constituye o se quiere llevar a cabo en la formación del Estado. Este ordenamiento es de tipo jurídico y es la Carta fundamental, así que si alguna ley está en contravía a este reglamento, no puede ser legislado ni aceptado en la sociedad donde este mecanismo del derecho ejerce sus reglas. En un Estado liberal como el colombiano, busca la limitación y la redirección de la voluntad del soberano; siendo esta una garante de que el poder del presidente no exceda los límites fijados por las normas fundamentales. Estas fijan la dirección política y sociológica y en algunas ocasiones, el diario cotidiano de la nación en que se crea.
El poder constitucional en Colombia
Para conocer las dos únicas Cartas fundamentales adoptadas durante el siglo XX, hay que entender cómo era este país antes de “la Regeneración”. Colombia contaba con una constitución en el año 1863 de corte liberal, consecuencia de la victoria de la corriente radical del partido rojo de una guerra civil. Esta renombraba al país como “Estados Unidos de Colombia”, pues su organización en esa constitución la establecían como un Estado Federal, compuestos por algunos Estado miembros como Panamá, Antioquia, Magdalena, Bolívar, Santander, Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Cauca. Junto a este nuevo tipo de organización Estatal, se llevaron a cabo una serie de reformas liberalizadoras de la patria: la industrialización, la reorganización de la educación y la hacienda pública, el fomento del comercio, la abolición de la esclavitud, y el cambio del sistema tributario y la reivindicación de las libertades absolutas y aquí el presidente gobernaba por 2 años.
Además de estas, “se suprimieron los diezmos, la desamortización de bienes de manos muertas (iglesia, clero, episcopados), la tributación para las propiedades eclesiásticas y la expulsión de comunidades religiosas”[1][1].
Cuando Núñez fue elegido para su segundo mandato, se propusieron unas cuantas reformas a la constitución del 1863 en las cuales no se tomaban en cuanto la centralización del Estado ni las reformas pertinentes para volver a la nación que él quería que regresara y quedó demostrado en esa ocasión:
“Núñez guardó silenció. Iba por otro camino. Su proyecto de reforma era más profundo. Esperaba ¡Algún nuevo, decisivo error de los adversarios! La guerra en Santander, por ejemplo, para liquidar de plano la constitución de Rionegro y acometer su propia reforma, que todavía no mostraba ¡Todos sus contornos!, aunque brillaba ¡Con claridad suficiente!”[2][2].
Más adelante, este mandatario conservador a lo largo de sus periodos presidenciales, logró el comienzo de la construcción de una nueva constitución que apuntaran a sus ideales de partido; la recuperación del poder para la iglesia, una nueva refundación moral de la patria, una regresión en el sistema económico y el nacionalismo acérrimo. Ahora esta nación se llamaba “la república de Colombia”, era un Estado centralizado en su capital y el presidente gobernaba durante 6 años. Era una centralización de los poderes del gobierno y el judicial, pero una descentralización de los gobernadores por departamento y el predominio nuevamente del poder eclesiástico. En esta constitución, se estableció una democracia representativa.
“El presidente de la República es elegido por el Congreso. El presidente estatal fue renombrado gobernador el cual de ese momento en adelante era nombrado por el presidente de la República y elegía los alcaldes de su departamento, excepto el alcalde de Bogotá que era elegido por el presidente”[3].
Esta constitución es conocida porque fue parte del proyecto llamado “la regeneración”. Un proceso de volver a lo anterior a esa “nefasta y perversa” constitución de un país federalizado. Los gobiernos de Núñez y la influencia del partido Conservador y los Liberales moderados permitieron que este proyecto se volviera realidad y siguiera vivo hasta finales del siglo XX.
Era necesaria, según ellos, porque el federalismo creaba anarquía y desobediencia de los Estados miembros al federal, y eso propiciaba la incoherencia y la desconexión entre estos. Además, era necesaria la recuperación de los valores en los cuales los colombianos tanto creían.
La constitución de 1991
La constitución de finales del siglo XX se dio ante la gran necesidad de una Carta fundamental que realmente sí defendiera derechos populares y que fuera incluyente, pues muchos actores políticos y sociales que siempre habían estado, hasta ahora eran tomados en cuenta para la creación de esta ley suprema. También fue más que una creación jurídico-política; era la ilusión de las personas sin sueños de esa época, que no veían otra solución a la ola de violencia que se experimentaba en la Colombia del narcotráfico y el cartel de Medellín y Cali. Era un sueño hecho realidad en el ordenamiento jurídico colombiano, como una varita que pensaban ellos, que iba a resolver todos los conflictos de la nación.
<<La iniciativa de convocar a un Asamblea Constituyente para reformar la constitución o expedir una nueva había sido debatida en el país desde mediados de la década del 80. El 25 de agosto de 1989, una semana antes del asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, un gran número de estudiantes marchó por las calles del centro de Bogotá para rechazar la violencia terrorista, con el lema “Por todo lo que nos une y contra todo lo que nos separa”>>[4]
Una de las “minorías”, que no eran tan pocos, sino una población con ideologías políticas diferentes a las dos alternativas del frente nacional, fueron precisamente los que más participaron y presionaron para la construcción de una nueva Carta para la paz y el desarrollo eficiente e incluyente de todos los sectores de la nación: el M-19.
En esta constitución Colombia pasó a ser la república que se ha vivido en los finales del siglo XX y a principios del siglo XXI, una nación centralista, unitario y es considerado en su organización Estatal como un Estado Social de derecho.
Esto fue consultado al pueblo colombiano por la denominada Séptima Papeleta. En esta preguntaban que si estaba de acuerdo con que se hiciera una nueva constitución que promoviera la democracia y la soberanía en Colombia. En esta constitución se consolida un modelo de democracia participativa y deliberante, la separación de los poderes del Estado y un equilibrio en estos, el reconocimiento multicultural del país y el control político y la oposición como un derecho.
“Los 70 delegados de la asamblea solo obtuvieron un total de 3’710.567 votos, un poco más del 26% del Censo electoral entonces vigente. La abstención alcanzó el 74%. El liberalismo consiguió 25 miembros, 19 el M-19, 11 Salvación Nacional de Álvaro Gómez, 9 el Partido Social Conservador, y los indígenas, la Unión Patriótica y los evangélicos, 2 delegados cada grupo”[5]
Esta constitución fue y es una oportunidad para la Colombia del siglo XX y la que va al futuro. Esta constitución bien construida, de manera plural e incluyente por todos los sectores puede regular la vida institucional y crear unas bases seguras a la gestión pública, el buen gobierno y los derechos fundamentales.
“Con estos resultados electorales, los partidos tradicionales alcanzaron su punto máximo de decadencia. El liberalismo, con una pluralidad de listas, se quedó con más de la tercera parte de los delegados, mientras que el conservatismo, a través de sus dos casas tradicionales enfrentadas, Alvarismo y Pastranismo, logró la cuarta parte, más algunos pocos independientes. Y tres fracciones residuales completaron el cupo de las 70 curules”[6]
A pesar de los beneficios que trae, esta constitución ha sido la que más reformas ha tenido, durante el gobierno de Álvaro Uribe ha sido en el que más ha sufrido y Juan Manuel Santos también tiene un ánimo reformista. Además de lo anterior, no ha sido realmente obedecida, ha sido manchado su nombre como carta suprema y fundamental, y ponen por encima cualquier derecho vano, sin ponderar ni siquiera, el valor que tiene cada artículo de este ordenamiento jurídico. Cambiarla es como mutar la naturaleza del Estado colombiano.
Finalmente, si bien no ha habido un totalitarismo político por medio de la supresión de derechos en la constitución política de Colombia, siguen siendo, los actores políticos los que siguen restringiendo y “refundando moralmente” la nación, buscando tal vez, una regeneración de los valores premodernos, ante la necesidad de más valores modernos, o incluso posmodernos.
[1][1] Peralta Barrera, Napoleón. Colombia en la historia. Meta, Colombia. Ediciones de la Universidad del Meta, 2007. Pág 1493.
[3][3] Portilla, Alex. Cuadro comparativo de las constituciones colombianas. [En línea]. [Consultado el: 21/11/2012]. Disponible en la web: http://alexportilla.blogdiario.com/1201813800/
[4][4] Peralta Barrera, Napoleón. Colombia en la historia. Meta, Colombia. Ediciones de la Universidad del Meta, 2007. Pág 2946.