viernes, 23 de noviembre de 2012

RESPONSABILIDADES

La necesidad imperante de valorar las contraposiciones


A lo largo del enfoque de nuestro blog de Colombia en el siglo XX, pudimos ver que no ha cambiado mucho el panorama ahora que estamos vislumbrando los tiempos de los siguientes cien años, en los que apenas estamos asistiendo tímidamente. Vemos que si quisiéramos calificar a Colombia a lo largo del siglo XX en cuanto a los aspectos analizados, podríamos llegar a dar un veredicto muy desconsolador.
Por un lado, La oportunidad que tiene Colombia no ha sido bien aprovechada hasta el momento de ahora, incluso ha sido violada y deformada. Una constitución de 1991; que si bien fue deformada en el campo económico por el gobierno de Gaviria, tiene reivindicaciones de derechos y logros en materia jurídica y cultural muy valiosos, además de que se vuelve un arma que es incluyente, y que si quisiéramos, sería esa varita mágica para poner nuestro país en orden y paz, como lo consigna nuestro escudo.
En cambio que es la neocolonización y la lógica entreguista del gobierno, fenómeno que se proyecta a futuro, no deja muy buenas perspectivas ante la vulneración de las normas establecidas en la constitución. Esto deja en mala posición no solo el gobierno de Gaviria, sino a los otros que han estado negociando tratados de libre comercio y negociaciones que más que favorecer la economía (cosa que es maravillosa y válida), solo es una excusa para acabar con la soberanía colombiana y entregársela a las grandes élites del mercado.
Mientras se permita un Estado ilegal como se afirmó anteriormente, y además de esto, no se considere que la solución a muchos de los problemas como el conflicto armado y el narcotráfico puedan ser dentro de la ley, sea reformando o negociando, vamos a seguir viviendo con las mismas masacres del siglo XX que constituía su debilidad.
La subversión no es más que una respuesta desesperada a esos fenómenos que acaban con los colombianos, con las personas que no son incluidas en la concepción plutocrática de seguridad y bienestar económico. No hay más camino que estos hijos no deseados del sistema, que mantenerse en la ilegalidad o en la mendicidad.
Aunque nazcan personas como María Cano, Camilo Torres, Jorge Eliecer Gaitán o Carlos Pizarro; el país no los va a estigmatizar y asesinar para mantener ese status quo que ha estado impuesto desde principios del siglo pasado o incluso antes.
Nuestra responsabilidad como colombianos es apoyar las iniciativas que son buenas para el país, estar más pendientes de lo que pasa a diario en el gobierno y en los sucesos que lastimen la soberanía. Además de esto, apoyar a los caudillos que nos hagan bien en la organización del modelo de nación en el que queremos estar, no dejarlos solos. No sea que terminen como los que se mencionaron anteriormente: siendo asesinados en su monólogo y su lucha solitaria.

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